jueves, 27 de octubre de 2016

el hombre que sonríe



Aunque en 1940 la publicidad española presente El hombre que sonríe como una nueva película italiana lo cierto es que De Sica ha protagonizado L'uomo che sorride (Mario Mattòli, 1936) cuatro años antes.

En Tempo massimo (Mario Mattòli, 1934), un guión propio con el que Mattòli asume por primera vez la realización vistos los insatisfactorios resultados que han dado sus anteriores experiencias como productor, han coincidido por primera vez en el plató. Es el principio de una larga trayectoria conjunta en la gran pantalla.

Supersticioso y autoritario, dos rasgos definen a Mattòli: como productor, su dedicación casi exclusiva a la comedia, con querencia por la cámara fija y el permitir que los actores evolucionen a su gusto, sin interferencias; como director, su dedicación a los comediantes, empezando por De Sica. Le seguirán con el paso de los años el turinés Macario, el napolitano Totò y el romano Aldo Fabrizi, para terminar con los sicilianos Franco Franchi y Ciccio Ingrassia.

sábado, 1 de octubre de 2016

dura minga

 

De Sica como el teniente Stefano San Mauro y como su hijo. Cuarenta años han pasado entre uno y otro momento, entre el principio y el final de La mazurca di papà (1938).

El oficial y Peretti (Umberto Melnati), un mujeriego empedernido y su amigo sempiterno, han visto con escepticismo cuanta invención ha puesto el progreso ante sus ojos. Automóviles, biales, modas... Peretti exclama siempre: "¡Dura minga!" -que traducido al esperanto viene a ser "eso no dura ni dos telediarios"- y San Mauro replica: "¡Non dura!", lo que no requiere traducción. La frase causa furor y pasa al acervo popular a partir de su utilización como latiguillo -"tormentone" dicen los italianos- en un popular programa televisivo de los años cincuenta.

Los artífices de la afortunada fórmula son múltiples. Los intérpretes, desde luego. De Sica y Melnati han trabajado codo con codo en la compañía teatral de Mario Mattòli y han realizado la transición al cine sin ningún contratiempo. Funcionan como cualquier pareja cómica. De Sica es el galán romántico, un punto soñador y capaz romper a cantar en cualquier momento; Melnati es el portor perfecto, rápido en la réplica, siempre rozando la bufonería en sus caracterizaciones de tipos petulantes y predispuestos a la picardía.

Acabamos de mencionar a Mattòli, emprendedor sin desmayo, organizador de las revistas Za-bum, en las que triunfan ambos intérepretes. Los libretos de estas revistas son obra habitualmente de Oreste Biancoli y Dino Falconi, que firman a medias el argumento de La mazurca di papà. Biancoli, además, dirige. Y para ser un director primerizo, lo hace con el vigor que requiere una comedia de este tipo. Siempre está presente la burla de los viejos tiempos, con sus vehículos capaces de alcanzar velocidades vertiginosas de veinte kilómetros por hora y los ridículos rituales que rodean los bailes de sociedad, los baños de mar y los duelos al amanecer.

El lapso de tiempo abarcado permite introducir en el metraje un segmento en el que se ironiza sobre el propio cine y, en concreto, la etapa de las grandes divas. Como contrapunto, los ritmos sincopados de la música contemporánea que San Mauro hijo interpreta en la radio. También pilota un avión. Pero la modernidad no le hace olvidar que necesita el permiso paterno para contraer matrimonio. Y el ahora general San Mauro no está dispuesto a que su vástago se case con la hija de una bailarina. Todo cambiará cuando descubra quién es el padre (desconocido) de la muchacha.

Al final, la nostalgia de los amores idos, la belleza marchita y el tiempo fugitivo. Nada dura, salvo la amistad y el amor, siempre idénticos a sí mismos.

viernes, 18 de marzo de 2016

localizaciones

Roma:

el puente Fabricio o ponte dei Quattro Capi,
que une el Campo de Marte con la isla Tiberina
Sciuscià (1946)

el túnel Umberto I, bajo el Quirinal
Ladri di biciclette (1948)
Caccia alla volpe  / After the Fox (1966)

el Cine Iride, uno de los primeros de Roma,
en la esquina de Via del Corso con Via di Pietra

 Umberto D. (1952)

el Panteón
Umberto D. (1952)

la estación Termini
Stazione Termini / Indiscretion of an American Wife (1953)
 I girasoli (1970)


 
  Il tetto (1956)

el Coliseo
 Il tetto (1956)

Piazza San Pietro, en el Vaticano

Il boom (1963)

el mercado de Campo De' Fiori
  Caccia alla volpe  / After the Fox (1966)



Nápoles:


Piazza del Plebiscito

Il giudizio universale (1961)

L'oro di Napoli (1954)


Ieri, oggi, domani (1963)

Piazza del Gesù Nuovo

 Matrimonio all'italiana (1964)


Matrimonio all'italiana (1964) 


Milán:

 el Duomo

Miracolo a Milano (1951)

Lugo:

el mercado de ganado de Lugo (Emilia-Romaña)
Bocaccio ‘70 - "La riffa" (1962)

París:


Woman Times Seven / Sette volte donna (1967)
Hamburgo:

el barrio de St. Pauli
I sequestrati di Altona (1962)


domingo, 21 de febrero de 2016

el filón vacacional


Como actor, Vittorio De Sica frecuenta el a mediados de la década de los cincuenta el filón vacacional. Tempo di villeggiatura (El amor llega en verano, Antonio Racciopi, 1956) o Souvenirs d’Italie (Vacaciones en Italia, Antonio Pietrangeli, 1957) proponen un recorrido que va del decorado rural a la localidad turística, del blanco y negro al color y del formato normal a la pantalla panorámica, con un rol fijo para el actor como senex amans, seductor maduro al que la vida y la juventud terminan siempre poniendo en su sitio.

domingo, 31 de enero de 2016

actores naturales


Tres ejemplos extraídos de Matrimonio all'italiana...


Alberto Gastaldi, un colaborador habitual en pequeños papeles de profesionales burgueses, interpreta al médico y exaspera a De Sica por su incapacidad para recitar un diálogo y realizar una acción al mismo tiempo; si dice adiós no puede coger el maletín, si tiene que hacer una receta es incapaz de hacer unas recomendaciones de viva voz.

Vincenzo Aita interpreta al cura con modales untuosos, tanto como para que De Sica le pida que abra la puerta como Nureyev. “No lo conozco”, replica el actor natural. “Yo se lo explico”... Y el director mima una acción que nunca veremos en pantalla.

Las prestaciones de los actores improvisados son ya marca de la casa. Una de las más recordadas es la chica que interpreta a la prostituta enana, una piamontesa también prostituta en la vida real a la que De Sica anima a decir sus diálogos en lengua vernácula. Al concluir una toma, la felicita por su actuación y ella rompe a llorar.

domingo, 10 de enero de 2016

un ballet napolitano


Ataviado de pazzariello para la inauguración de un colmado y acompañado por una modestísima banda de pífanos y tambores, Saverio (Totò) realiza el recorrido contrario al que abría L'oro di Napoli. El comediante convierte el paseo en un ballet pleno de inventiva y de humor. Cada paso, cada revuelta del trayecto, es un nuevo hallazgo. El cortejo engrosa y la ciudad deviene escenario.Pero ni siquiera aquí Saverio puede ser el protagonista: al paso del guappo don Carmine su audiencia interrumpe aterrorizada sus carcajadas.